lunes, 18 de agosto de 2008

Erterna Juventud: Abuelos Talentosos



Poesía de todos y entre todos
(Es una poesía colectiva partiendo de un disparador de Taller)

Aquí estamos, vivos: somos
Te invito a que llenes el alma de ternura.
Cantamos a la vida, al sol
desde este don de la palabra
vuelan nuestros versos como colibrí
Canta, canta conmigo
los caminos nos han unido en nuestro taller
Desde este pequeño espacio cantamos nuestras verdades
con ese deseo de permanecer en el tiempo
Estamos…
Nuestras letras son voces elevadas al infinito
Sí, cantamos porque la vida es bella
cuando la lluvia adormece los sentidos
La amistad se ha fundido a la poesía; y festejamos
Festejamos con ardor la militancia de estar vivos
con caricias de niños en mimos de abuelos
por estar junto a ti compañero, desde nuestras voces
en la búsqueda de un mundo sin miedos
Hoy aquí, desnudos en letras
palabras del alma viajan en alas de versos.
Festejamos la poesía
La flor seca, abre nuevos pétalos de vida, perfuma
nacen versos de la risa…
Poesía, sales del alma como magia
estás en todo y en todos...
Amigos, cantamos cada día
a este sol que inaugura las mañanas
que disipa las nieblas del ocaso
empujando a vivir otra jornada.

Poesía colectiva realizada entre los talleristas: // María, Betty, María S, Delchis, Marta, Susana, Hilda, Eva, Néstor, Tito, Margarita, Rubén, Diamantina, Marieta, Cecilia., Olga //

Delchis Girotti
La luciérnaga y el sapo
Hubo una vez un Sapo gruñón y solitario que vivía en un rincón del pantano. Sus primas las ranas lo miraban con desconfianza, y se burlaban de él, croando alegremente.
Hubo también una luciérnaga, simpática y brillante que iluminaba con sus destellos las noches de luna nueva (cuando la luna no tiene brillo). Las ranas eran sus amigas, y ella las visitaba con su luz.
Ocurrió un día, que el Sapo celoso por esta amistad, derribo a la Luciérnaga con su lengua.
- Porqué haces esto? - le preguntó la Luciérnaga.
Odio todo lo que brilla. Lo que es diferente a mi.
Nada más que por eso? - dijo asombrada la Luciérnaga.
Así es. Simplemente por que brillas.
Las ranas, al ver la peligrosa situación de la Luciérnaga, la rodearon para evitar una mala actitud del Sapo. Y le aconsejaron remontar el vuelo y alejarse.
-Porque este Sapo nuestro primo, no tiene ningún sentido del humor -dijo la más anciana de las ranas.
La Luciérnaga hizo un giro gracioso sobre las ranas, a modo de saludo, y acarició, en un revoloteo, la cabeza del Sapo, con sus suaves patitas de insecto.
Por qué me haces esto? - le preguntó el Sapo.
Porque mi luz es para todos. No hago diferencias.
Gracias por acariciarme –dijo enternecido el Sapo- Nadie lo ha Hecho nunca, tal vez, por mi aspecto.
Y desde ese día, el Sapo y la Luciérnaga se hicieron amigos.
El Sapo, ahora, espera en las noches de verano, que la luciérnaga lo visite.
Susana Walkman
Un recuerdo
remolino de fuego las pupilas
que encendieron mi alma entonces sola.
Llama que desordenó mi vida
en un soplo fugaz de tantas horas.
Y aunque el amor se hizo cenizas
y se secaron las flores y los besos,
cuando pienso en él y en sus pupilas
a este tibio hogar de mis recuerdos
llamaradas antiguas lo reaniman.

Néstor A. Lombardi
¿Por qué escribo?

Eres tú, sólo tú, la que me brinda
los momentos más dulces de mi vida
Eres tú quien consigue que sea linda
la idea de escribir, mía, querida.
Escribo
porque la musa inspiradora
logra que mis ideas se reflejen,
en tus ojos de mirada soñadora,
y una con otra, de este modo, se entretejen.
Lo hago para saciar las esperanzas
de mi corazón, que ansía caricia,
mi pluma corre rápido y alcanza
tu sonrisa, y colma mi codicia.
Si escribo y quien lee se complace,
mi “alter ego” se demuestra ufano,
si mi verbo al lector lo satisface
escribir para mí, no ha sido en vano.
Cuando las ideas a mi mente acuden
como aguas cristalinas a los mares,
mi desazón y mi pesimismo huyen
y me olvido de todos los pesares.
María Delia Baca (Betty)
Oda a la vida
No te arredren las zarzas del destino
recorre la senda de la vida, transítala con atino.
Sabio aquél a quien enriquece lo vivido,
así proyecta en el mundo lo que ha sido
Utiliza el pasado en positivo, tu devenir tendrá un motivo.
No le temas a la muerte, que es descanso
para aquél que iluminado avanza
por el difícil camino de la vida
Para aquél que vive plenamente,
la vida es eso ¡Sólo vida!.
Es el canto del pájaro en la rama,
ver puntear el sol por la mañanas,
la luna plateando por el mar,
justifica la dureza de la vida el gozar de la poesía.
Las penas al ser incorporadas, ya no pesan,
cada instante que vivimos nos depara alegría y desazón,
los opuestos hacen que veamos que no existe felicidad sin dolor.
Inútil es tratar de revivir lo ya vivido.
El momento que fue, no es el hoy…
Es tonto añorar lo ya pasado
pensar que todo tiempo ido, fue mejor
Vive el presente, el real, íntegro
satisfecha con tu yo.

Mrta Josefina Vitale
Cuando no me recuerdes

Cuando no me recuerdes
seré como un cuerpo sin rostro
Sombra que el espejo no refleja
Cuando no me recuerdes
acarrearé el sueño roto
el tiempo demorado
la caricia caída
como pesado leño
sobre mi espalda seca
en cotidiano vía crucis a mi designio
Cuando no me recuerdes
mi interior deshabitado
será solo caja de resonancia
al latido con eco de adiós
Mi paso arrastrará la historia
desolará el poema
ahogará el canto
Cuando no me recuerdes
y se agigante la pena
treparé a la estatura más vertical de mi calvario
para que mi hora sexta se cumpla
por un sol quemado
que torne a mi tarde en noche
con su negro rayo
Y si misericordioso
el milagro del olvido a mí me alcanza
con mirada nueva en un crepúsculo sin angustia
recordaré
aún cuando no me recuerdes
tal vez un gesto
quizá una palabra…

Cecilia Camarotti
La casa de los balcones verdes

Repitiendo el gesto de cada tarde de domingo, Don Porfirio Mendizábal, señor de leontina y chaleco, abandonaba su casa de la calle Rivera Indarte, enclavada en un barrio de vecinos que, con el correr de los años, había pasado a formar parte de la Ciudad Vieja, con sus casonas de balcones de media reja. Si bien la suya olía a madera, papeles guardados y hombre solo, para Don Porfirio Mendizábal, la casa tenía dueña, Doña Emilia Ordóñez, quien, también de repetido gesto, en demoradas tardes de domingo acodaba su todavía esbelta figura en uno de los balcones verdes de su casa, para verlo pasar y trenzar una charla.
Aunque Don Porfirio había sobrepasado hacía tiempo, la edad en que comienza la vejez, todo su cuerpo se envaraba ante la proximidad de la causa de su zozobra; pero si bien en quince años le había declarado su amor cuatro veces y cuatro veces lo habían rechazado, él no era hombre de amilanarse ante el primer escollo, además, siendo la señora de esas personas a las que se les nota la libertad, él sabía que en nombre de esa libertad había levantado las murallas que contenían sus emociones.
Pero en ocasión de no presentarse Don Porfirio a dos de esas citas no concertadas, Emilia, espoleada por una preocupación que la excedía, taconeó las dos cuadras que la separaban de la aldaba de Don Porfirio y notando la puerta entreabierta, pasó sin más a una sala en penumbras, donde un ojeroso Don Porfirio, envuelto en una cobija le recordó a un murciélago malherido.
Sin decir agua va, agua viene, y tomando posesión de la sala, Emilia abrió las ventanas, retiró las flores marchitas, acomodó sus almohadones y se encaminó a la cocina. Conocedor de la debilidad femenina por hacer y deshacer en casa de hombre solo, Don Porfirio la siguió con la vista, y recordando al poeta, con voz muy queda recitó: “Amor, hendidura de luz que entra por el iris de la ventana”. Poco tiempo después, la sala, que rezumaba olor a flores nuevas, tostadas y té recién hecho, mostraba dos figuras tejiendo una trenza que habían comenzado tiempo atrás, en la casa de los balcones verdes, trenza a la que esa misma noche le pusieron el moño.

Rubén Oscar Tocho
Mujer

El panal quedó sin miel, el botijo sin agua.
La bota quedó sin vino
Mujer, se te escapó el amor.
El aljibe quedó sin voces, el jardín se hizo malezal
el deseo quedó sin sed
Mujer, se te escapó la flor.
Por más que quiera el viento granizar
por más que quiera la aurora despertar, la hoguera flamear
Mujer, se te escapó el soñar.
El río corre, sus aguas siempre están,
en muchos colores se los ve pasar, saltan, van,
Mujer, ¿a la orilla, lo fuiste a mirar?
Te viste en el río y el río te miró,
Espejos sombríos...el río marchó.
Has vuelto cambiada, tu voz se endulzó
Mujer, has sepultado tu viejo dolor.

Olga E. Turovich
Amistad

Siembra cariño y comprensión,
no escatimes esfuerzo, hazlo con fervor,
estarás siempre presente, en la alegría y el dolor,
así encontrarás la amistad, en toda su dimensión.
Participa en grupos, a mi me sucedió,
conocí a cada uno de ustedes, los llevo en mí corazón,
muchas veces pienso, como alcanzaron nuestras almas, esta unión,
mirarnos y escucharnos, la amistad nació.
Aquí aprendimos a integrarnos, escribir, leer, escuchar,
brindamos de nosotros lo mejor,
con el intercambio logrado, el afecto creció,
hizo que la amistad se afiance
Hoy, podemos disfrutar.

Hilda Verón
Genocidio étnico

Mi alma mestiza se degrada impotente, país de los infiernos.
Vuelven tiempos de capanga el mundo globalizado ordena el genocidio étnico
traquetea el tren de la muerte, lleva rollizos del impenetrable monte sobre rieles de huesos oxidados.
Historia de taperas, techos agujereados, palos que sostienen nidos de vinchucas, infamia de blancos que diezman a los Tobas.
Ay, Alberto Gómez, Cacique del Bermejito, ¡Pobre hermano mío!
Tu rostro cansado, golpeado por el viento norte, llena de polvo tus manos arrugadas. Ni el gobernador te recibe, no tienes más monte, ni sombra, ni sustento. Te arrastra la desnutrición al río de la tuberculosis, la vida se te va en olas polares y frías lluvias, compañeras de viaje, tristes sombras de Tobas.
En el país de los muertos, la muerte ya tiene cena. ¿Dónde quedó tu corazón, dónde tu historia? No hermano, no dejaré que mueras en soledad. Estas letras volarán, serán bramidos de guerra; y la cantarán los montes cuando el sol caliente la tierra quebrada

Nancy Zapata
Inocente y hermosa historia de amor

Señora, me llevo a mi novia a la plaza.
Palabras mágicas que esperaba todas las tardes, cuando aquel jovencito le decía a mi madre, luego de llamar a la puerta de la casa; entonces yo corría a esos brazos que me cargaban sobre sus hombros; me abrazaba a su cuello en un corto paseo que era cruzar la calle hasta la plaza del barrio.
¿Qué tan importante era para mí, con tan sólo cuatro inocentes años, ser “la novia”? ¿Qué podía saber a tan corta edad lo que era tener un novio?
Sólo sabía que era feliz. ¿Cómo no serlo? ¿Cómo no querer a ese joven que sin él saberlo, me regalaba una ilusión y un recuerdo que duraría toda la vida. Me daba un sentido de propiedad, al creer que tenía alguien sólo para mí, no compartido con nadie, menos con mis hermanas, como pasaba con mis padres que eran de todas.
Yo no tenía conciencia que para ese jovencito, sólo era una nena a la cual llevaba a jugar a la plaza; y que siempre al despedirse le decía a mi madre, que me cuidara porque era su novia.
Los años pasaron, a los dos la vida nos llevó por distintos caminos. Perdura en el recuerdo esa época feliz de mi vida, y ese recuerdo se alimentaba por noticias que me llegaban de él: cuando se casó, cuando fue padre y también por sus logros deportivos. Todo me llenaba de orgullo y se hacía firme el sueño de encontrarlo algún día, para agradecer lo feliz que me había hecho en la niñez.
Pasaron cuarenta años para volver a verlo.
Recuerdo que fue en una fiesta, alguien nos llamó, a mi marido y a mí para presentarnos a un amigo, Oscar Moreno, no podía creer lo que oía; por un momento quedé paralizada, la emoción me invadió de tal manera que sólo me quedé mirándolo. Ese señor alto y elegante era él.
-¿Sos Oscar Moreno?
-Si, me respondió intrigado.

María Cordari (Marieta)
"Cosechamos juntos flores de ternura"

La mirada de tus ojos me embelesa, me contagian
endulzan mi vida como suave canto de ave,
penetra en mi alma llenándola de amor y de alegría.
y tuve como nunca el regalo de percibir tu encanto;
mis días, son días de ventura infinita.
Si me faltara la mirada de tus ojos,
mi vida caería en la tristeza....
Cosechamos -como ahora- flores de ternura
y nuestro amor nos unirá ¡ por siempre!

Eva Passaglia
Perdón

Hay que pedirles perdón a los dueños de la tierra
Hay que besar sus huellas para no matar la historia…
Quechuas, Incas y Aymarás,
desde su coricancha nos convocan
Algo hemos de hacer, por los hijos de los hijos
por Atahualpa...
Después de tantos saqueos y exterminios
Oprobioso 12 de octubre
Mancha en el corazón del hombre
No supimos ser amigos
Quiero pedirles perdón ante Inti, ante todos los dioses
Mi corazón se inclina reverente ante la pachamama
Ante todas las culturas…
Hija de gringos soy.
Perdón, perdón

María Semotiuk
Misión I

Cae la lluvia serenamente.
Pródiga, fecunda la tierra,
pone un brillo limpio al verde de las hojas.
se escurre cantarina por las acequias.
Moja el plumaje de las aves.
Su agua, aún contaminada, cumplirá
su noble misión
hará germinar las semillas,
las flores abrirán sus capullos
se transformarán en fruto.


Margarita Morales
Gustavo

Te vi tan pequeño aguardándome
Sin mucho pensarlo, tu nombre indagué
-¡Gustavo!, dijiste y mi alma, entonces
no volvió a estar triste.
Antes de tenerte, en mi sueño entraste.
Para ir a tu paso, atenué mis prisas
y sin darme cuenta mi vida poblaste
con juegos y risas.
Del mundo, los hijos, fuiste tú, el mejor.
Si bien gran desvelo el estudio causó
lo más importante: ¡Obtuviste siempre
un diez en amor!.
-¡Cómo pasa el tiempo!... El tiempo pasó.
Ya eres un hombre, que bien se formó.
Sin dudarlo pienso: de mis logros, todos
¡Tú has sido, el mejor!

Judith R. Polo
El sapito y la cucaracha

El pasto todavía estaba húmedo por él roció de la noche, el día se presentaba espléndido.
Desde un diminuto pocito de la tierra asomó su cabecita un sapito, al salir de este modo se quejaba:
Oh, qué desgraciado soy, nunca podré volar como los pájaros, tampoco apreciar el cielo en toda su inmensidad con lo bello que debe ser desde allá arriba as copas de los árboles y demás maravillas.
Siguió lamentándose un rato más hasta que oyó una voz que le decía -si quieres haré realidad lo que tanto ansías- Sobresaltado por la voz, miró a su alrededor y vio a una cucaracha,- tú, le dijo el sapito ¿cómo harías? Como yo, estás sobre la tierra. -Tienes razón, con la diferencia que poseo alas y a veces vuelo ¿te animas?- Sí, dijo entusiasmado el sapito. -Bueno, súbete a mi espalda.
Así la cucaracha empezó a subir a un árbol altísimo. A medida que subían, el sapito se ponía loco de contento al ver lo que siempre había soñado; pero llegó el momento de volver.
Como estaban tan arriba él pregunto ¿y ahora como bajamos? Ella le contestó:-no te dije que volaba- y diciendo así desplegó sus alas y se lanzo al vació.
Cuando llegaron al lugar de partida, el sapito emocionado y asustado le dijo: -me has hecho tan feliz. Ahora puedo decir que toqué el cielo con mis ojos.

Teresa de Jesús Soler
Misiones, 1959

Mi muy querida Memé.
¡Qué pocos días pasaron, sin embargo,me parecen años.
Es que desde lejos,me doy cuenta,lo mucho que te quiero,
lo importante que sos,lo mucho que te extraño.
Como me gustaría que estuvieras acá conmigo, gozando de este paisaje
rojo y verde,lleno de curvas,de flores, de pájaros, de enormes árboles, de
silencios.
Qué feliz serías, al ver cambiar en tu nieta,esta geografía del cuerpo,
Thérèse, de cintura ensanchada,pechos más grandes y duros,de vientre abultado
y latiente. Es que tu bisnieto ya se está haciendo notar.
Cuántas preguntas quedan sin respuesta,porque esas te las hago a vos mi querida Memé.
¿Ya nacieron los pollitos de la gallina bataraza?
Eran veintiún huevos ¿no? cómo me gustaría disfrutar con vos del misterio de la vida y ver nacer los pollitos,tres,negros, cinco blancos, amarillos. Cuidarlos juntas, darles de comer, abrigarlos.
Aquí las gallinas son distintas, los pollitos también ¿por qué será?
De noche, cuando me acuesto, me abrigo los pies con las medias que me
remendaste con tanto cariño y paciencia.
Aparece inmediatamente tu imagen en la silla de paja bajita,
enhebrando con gran habilidad, hilos para zurcir medias y
cuando siento miedo, rezo mucho y vos desde allí me acompañas.
Me duermo pensando en tu largo pelo blanco sedoso,peinado en rodete,
sostenido con dos peinetas blancas;y en tus anteojos,
que dejaste sobre tu misal.
-a demain ma chérie (hasta mañana mi querida)
Muchos besos,
Thérèse

Carmen Elena cuevas
Plenitud

El velámen se mece movido por la brisa
en el diáfano día, iluminado de sol
Desierta la playa, en el puerto las barcas.
Tibia arena, gaviotas como en un juego pasan y vuelan, vuelan...
Es otoño, vaivenes del sueño, sin sabores y alegrías.
Quiero olvidar el hambre y la guerra que el mundo padece.
El trabajo me superó, pude haber aprendido más.
La sencillez y la humildad fueron mi camino.
Estoy en la recta final
amo mi jardín, al cardenal y al colibrí que me visitan
al criticado gorrión por su presencia
La vida hoy viaja en avión súper veloz...
Mi mente hilvana poesías sublimes
que mi mano torpe no puede plasmar
Vine a aprender, buscando...
De mi descendencia soy el puntal
Cosecho amor y ternura.
Saboreo con placer la siembra
Soy feliz,
hijos, nietos, bisnietos, amigos...
Ver, oír, andar, poderme expresar.
Miro al cielo y agradezco a mi estrella...

Diamantina Oddo
Para mi madre

Gracias te doy señor, por esta dicha sin par
al estar hoy junto a mi madre, para poderla besar.
Un día, que aunque es igual a los restantes del año,
me permite venerar, a quien ama sin engaño.
Porque bien sé madre mía, “yo lo sabia”
en los años que estuviste ausente
con los ojos del alma te he contemplado,
aquí siempre te estuve aguardando
en tu casa que nada ha cambiado.
¿Recuerdas? Moldeaste ladrillos, hiciste las puertas
rejas y ventanas, frutos en la huerta, yo conservé todo,
siempre estuve alerta.
Tu voz, el viento muy suave traía
estaba segura que regresarías
por la misma senda que te fuiste un día
hace tantos años, de noche y llovía
¡Aguarda! dijiste, vuelvo en estos días.
Los niños han crecido,
el cabello negro que entonces tenía,
hoy es blanca mata que cubre mi sien,
es que el tiempo pasa
también tú has cambiado,
Que queden suspensos los años perdidos
tú nunca te has ido
Si observas un poco, nada está cambiado
todos juntos te hemos esperado
de fiesta está el día porque has retornado.

domingo, 17 de agosto de 2008

Eterna Juventud: Abuelos Talentosos

























Poesía de todos y entre todos
(Es una poesía colectiva partiendo de un disparador de Taller)
Aquí estamos, vivos: somos
Te invito a que llenes el alma de ternura.
Cantamos a la vida, al sol
desde este don de la palabra
vuelan nuestros versos como colibrí
Canta, canta conmigo
los caminos nos han unido en nuestro taller
Desde este pequeño espacio cantamos nuestras verdades
con ese deseo de permanecer en el tiempo
Estamos…
Nuestras letras son voces elevadas al infinito
Sí, cantamos porque la vida es bella
cuando la lluvia adormece los sentidos
La amistad se ha fundido a la poesía; y festejamos
Festejamos con ardor la militancia de estar vivos
con caricias de niños en mimos de abuelos
por estar junto a ti compañero, desde nuestras voces
en la búsqueda de un mundo sin miedos
Hoy aquí, desnudos en letras
palabras del alma viajan en alas de versos.
Festejamos la poesía
La flor seca, abre nuevos pétalos de vida, perfuma
nacen versos de la risa…
Poesía, sales del alma como magia
estás en todo y en todos...
Amigos, cantamos cada día
a este sol que inaugura las mañanas
que disipa las nieblas del ocaso
empujando a vivir otra jornada.

Poesía colectiva realizada entre los talleristas: // María, Betty, María S, Delchis, Marta, Susana, Hilda, Eva, Néstor, Tito, Margarita, Rubén, Diamantina, Marieta, Cecilia., Olga //

Delchis Girotti
A los compañeros del Taller Literario “Desde el Recuerdo”.

Otra vez la vida, en su calidoscopio
nos regala amigos

Los que no están, los que se fueron vuelven, aquí, ahora.
Con otros aires, distintos gestos, vivos.
No perdamos la fortuna de la charla, las historias, los proyectos.
¡Que salgan a la luz todos los miedos!
Lo buenos, lo malo, las faltas, lo temido.
Hoy tenemos la fortuna que nos dio la vida...
“Desde el Recuerdo”
No perdamos el tiempo
Vivamos el amor.
Solo el amor nos hace eternos.
Hagamos una fiesta, la amistad es sustantiva
hagámosla acción, verbo.

Delchis Girotti
La luciérnaga y el sapo

Hubo una vez un Sapo gruñón y solitario que vivía en un rincón del pantano. Sus primas las ranas lo miraban con desconfianza, y se burlaban de él, croando alegremente.
Hubo también una luciérnaga, simpática y brillante que iluminaba con sus destellos las noches de luna nueva (cuando la luna no tiene brillo). Las ranas eran sus amigas, y ella las visitaba con su luz.
Ocurrió un día, que el Sapo celoso por esta amistad, derribo a la Luciérnaga con su lengua.
- ¿Por qué haces esto? - le preguntó la Luciérnaga.
Odio todo lo que brilla. Lo que es diferente a mí.
¿Nada más que por eso? - dijo asombrada la Luciérnaga.
Así es. Simplemente por que brillas.
Las ranas, al ver la peligrosa situación de la Luciérnaga, la rodearon para evitar una mala actitud del Sapo. Y le aconsejaron remontar el vuelo y alejarse.
-Porque este Sapo, nuestro primo, no tiene ningún sentido del humor -dijo la más anciana de las ranas.
La Luciérnaga hizo un giro gracioso sobre las ranas, a modo de saludo, y acarició, en un revoloteo la cabeza del Sapo con sus suaves patitas de insecto.
¿Por qué me haces esto? - preguntó el Sapo.
Porque mi luz es para todos. No hago diferencias.
Gracias por acariciarme –dijo enternecido el Sapo- Nadie lo ha hecho nunca, tal vez por mi aspecto.
Y desde ese día, el Sapo y la Luciérnaga se hicieron amigos.
El Sapo, ahora espera en las noches de verano que la luciérnaga lo visite.

Susana Walkman
Un recuerdo

Remolino de fuego las pupilas
que encendieron mi alma entonces sola.
Llama que desordenó mi vida
en un soplo fugaz de tantas horas.
Y aunque el amor se hizo cenizas
y se secaron las flores y los besos,
cuando pienso en él y en sus pupilas
a este tibio hogar de mis recuerdos
llamaradas antiguas lo reaniman.

Néstor A. Lombardi
¿Por qué escribo?

Eres tú, sólo tú, la que me brinda
los momentos más dulces de mi vida
Eres tú quien consigue que sea linda
la idea de escribir, mía, querida.
Escribo
porque la musa inspiradora
logra que mis ideas se reflejen,
en tus ojos de mirada soñadora,
y una con otra, de este modo, se entretejen.
Lo hago para saciar las esperanzas
de mi corazón, que ansía caricia,
mi pluma corre rápido y alcanza
tu sonrisa, y colma mi codicia.
Si escribo y quien lee se complace,
mi “alter ego” se demuestra ufano,
si mi verbo al lector lo satisface
escribir para mí, no ha sido en vano.
Cuando las ideas a mi mente acuden
como aguas cristalinas a los mares,
mi desazón y mi pesimismo huyen
y me olvido de todos los pesares.

María Delia Baca (Betty)
Oda a la vida

No te arredren las zarzas del destino
recorre la senda de la vida, transítala con atino.
Sabio aquél a quien enriquece lo vivido,
así proyecta en el mundo lo que ha sido
Utiliza el pasado en positivo, tu devenir tendrá un motivo.
No le temas a la muerte, que es descanso
para aquél que iluminado avanza
por el difícil camino de la vida
Para aquél que vive plenamente,
la vida es eso ¡Sólo vida!.
Es el canto del pájaro en la rama,
ver puntear el sol por la mañanas,
la luna plateando por el mar,
justifica la dureza de la vida el gozar de la poesía.
Las penas al ser incorporadas, ya no pesan,
cada instante que vivimos nos depara alegría y desazón,
los opuestos hacen que veamos que no existe felicidad sin dolor.
Inútil es tratar de revivir lo ya vivido.
El momento que fue, no es el hoy…
Es tonto añorar lo ya pasado
pensar que todo tiempo ido, fue mejor
Vive el presente, el real, íntegro
satisfecha con tu yo.

Marta Josefina Vitale
Cuando no me recuerdes

Cuando no me recuerdes
seré como un cuerpo sin rostro
Sombra que el espejo no refleja
Cuando no me recuerdes
acarrearé el sueño roto
el tiempo demorado
la caricia caída
como pesado leño
sobre mi espalda seca
en cotidiano vía crucis a mi designio
Cuando no me recuerdes
mi interior deshabitado
será solo caja de resonancia
al latido con eco de adiós
Mi paso arrastrará la historia
desolará el poema
ahogará el canto
Cuando no me recuerdes
y se agigante la pena
treparé a la estatura más vertical de mi calvario
para que mi hora sexta se cumpla
por un sol quemado
que torne a mi tarde en noche
con su negro rayo
Y si misericordioso
el milagro del olvido a mí me alcanza
con mirada nueva en un crepúsculo sin angustia
recordaré
aún cuando no me recuerdes
tal vez un gesto
quizá una palabra…

Cecilia Camarotti
La casa de los balcones verdes

Repitiendo el gesto de cada tarde de domingo, Don Porfirio Mendizábal, señor de leontina y chaleco, abandonaba su casa de la calle Rivera Indarte, enclavada en un barrio de vecinos que, con el correr de los años, había pasado a formar parte de la Ciudad Vieja, con sus casonas de balcones de media reja. Si bien la suya olía a madera, papeles guardados y hombre solo, para Don Porfirio Mendizábal, la casa tenía dueña, Doña Emilia Ordóñez, quien, también de repetido gesto, en demoradas tardes de domingo acodaba su todavía esbelta figura en uno de los balcones verdes de su casa, para verlo pasar y trenzar una charla.
Aunque Don Porfirio había sobrepasado hacía tiempo, la edad en que comienza la vejez, todo su cuerpo se envaraba ante la proximidad de la causa de su zozobra; pero si bien en quince años le había declarado su amor cuatro veces y cuatro veces lo habían rechazado, él no era hombre de amilanarse ante el primer escollo, además, siendo la señora de esas personas a las que se les nota la libertad, él sabía que en nombre de esa libertad había levantado las murallas que contenían sus emociones.
Pero en ocasión de no presentarse Don Porfirio a dos de esas citas no concertadas, Emilia, espoleada por una preocupación que la excedía, taconeó las dos cuadras que la separaban de la aldaba de Don Porfirio y notando la puerta entreabierta, pasó sin más a una sala en penumbras, donde un ojeroso Don Porfirio, envuelto en una cobija le recordó a un murciélago malherido.
Sin decir agua va, agua viene, y tomando posesión de la sala, Emilia abrió las ventanas, retiró las flores marchitas, acomodó sus almohadones y se encaminó a la cocina. Conocedor de la debilidad femenina por hacer y deshacer en casa de hombre solo, Don Porfirio la siguió con la vista, y recordando al poeta, con voz muy queda recitó: “Amor, hendidura de luz que entra por el iris de la ventana”. Poco tiempo después, la sala, que rezumaba olor a flores nuevas, tostadas y té recién hecho, mostraba dos figuras tejiendo una trenza que habían comenzado tiempo atrás, en la casa de los balcones verdes, trenza a la que esa misma noche le pusieron el moño.

Rubén Oscar Tocho
Mujer

El panal quedó sin miel, el botijo sin agua.
La bota quedó sin vino
Mujer, se te escapó el amor.
El aljibe quedó sin voces, el jardín se hizo malezal
el deseo quedó sin sed
Mujer, se te escapó la flor.
Por más que quiera el viento granizar
por más que quiera la aurora despertar, la hoguera flamear
Mujer, se te escapó el soñar.
El río corre, sus aguas siempre están,
en muchos colores se los ve pasar, saltan, van,
Mujer, ¿a la orilla, lo fuiste a mirar?
Te viste en el río y el río te miró,
Espejos sombríos...el río marchó.
Has vuelto cambiada, tu voz se endulzó
Mujer, has sepultado tu viejo dolor.

Olga E. Turovich
Amistad

Siembra cariño y comprensión,
no escatimes esfuerzo, hazlo con fervor,
estarás siempre presente, en la alegría y el dolor,
así encontrarás la amistad, en toda su dimensión.
Participa en grupos, a mi me sucedió,
conocí a cada uno de ustedes, los llevo en mí corazón,
muchas veces pienso, como alcanzaron nuestras almas, esta unión,
mirarnos y escucharnos, la amistad nació.
Aquí aprendimos a integrarnos, escribir, leer, escuchar,
brindamos de nosotros lo mejor,
con el intercambio logrado, el afecto creció,
hizo que la amistad se afiance
Hoy, podemos disfrutar.

Hilda Verón
Genocidio étnico

Mi alma mestiza se degrada impotente, país de los infiernos.
Vuelven tiempos de capanga el mundo globalizado ordena el genocidio étnico
traquetea el tren de la muerte, lleva rollizos del impenetrable monte sobre rieles de huesos oxidados.
Historia de taperas, techos agujereados, palos que sostienen nidos de vinchucas, infamia de blancos que diezman a los Tobas.
Ay, Alberto Gómez, Cacique del Bermejito, ¡Pobre hermano mío!
Tu rostro cansado, golpeado por el viento norte, llena de polvo tus manos arrugadas. Ni el gobernador te recibe, no tienes más monte, ni sombra, ni sustento. Te arrastra la desnutrición al río de la tuberculosis, la vida se te va en olas polares y frías lluvias, compañeras de viaje, tristes sombras de Tobas.
En el país de los muertos, la muerte ya tiene cena. ¿Dónde quedó tu corazón, dónde tu historia? No hermano, no dejaré que mueras en soledad. Estas letras volarán, serán bramidos de guerra; y la cantarán los montes cuando el sol caliente la tierra quebrada

Nancy Zapata
Inocente y hermosa historia de amor

Señora, me llevo a mi novia a la plaza.
Palabras mágicas que esperaba todas las tardes, cuando aquel jovencito le decía a mi madre, luego de llamar a la puerta de la casa; entonces yo corría a esos brazos que me cargaban sobre sus hombros; me abrazaba a su cuello en un corto paseo que era cruzar la calle hasta la plaza del barrio.
¿Qué tan importante era para mí, con tan sólo cuatro inocentes años, ser “la novia”? ¿Qué podía saber a tan corta edad lo que era tener un novio?
Sólo sabía que era feliz. ¿Cómo no serlo? ¿Cómo no querer a ese joven que sin él saberlo, me regalaba una ilusión y un recuerdo que duraría toda la vida. Me daba un sentido de propiedad, al creer que tenía alguien sólo para mí, no compartido con nadie, menos con mis hermanas, como pasaba con mis padres que eran de todas.
Yo no tenía conciencia que para ese jovencito, sólo era una nena a la cual llevaba a jugar a la plaza; y que siempre al despedirse le decía a mi madre, que me cuidara porque era su novia.
Los años pasaron, a los dos la vida nos llevó por distintos caminos. Perdura en el recuerdo esa época feliz de mi vida, y ese recuerdo se alimentaba por noticias que me llegaban de él: cuando se casó, cuando fue padre y también por sus logros deportivos. Todo me llenaba de orgullo y se hacía firme el sueño de encontrarlo algún día, para agradecer lo feliz que me había hecho en la niñez.
Pasaron cuarenta años para volver a verlo.
Recuerdo que fue en una fiesta, alguien nos llamó, a mi marido y a mí para presentarnos a un amigo, Oscar Moreno, no podía creer lo que oía; por un momento quedé paralizada, la emoción me invadió de tal manera que sólo me quedé mirándolo. Ese señor alto y elegante era él.
-¿Sos Oscar Moreno?
-Si, me respondió intrigado.

María Cordari (Marieta)
"Cosechamos juntos flores de ternura"

La mirada de tus ojos me embelesa, me contagian
endulzan mi vida como suave canto de ave,
penetra en mi alma llenándola de amor y de alegría.
Hoy tuve como nunca el regalo de percibir tu encanto;
mis días, son días de ventura infinita.
Si me faltara la mirada de tus ojos,
mi vida caería en la tristeza....
Cosechamos -como ahora- flores de ternura
y nuestro amor nos unirá ¡ por siempre!

Eva Passaglia
Perdón

Hay que pedirles perdón a los dueños de la tierra
Hay que besar sus huellas para no matar la historia…
Quechuas, Incas y Aymarás,
desde su coricancha nos convocan
Algo hemos de hacer, por los hijos de los hijos
por Atahualpa...
Después de tantos saqueos y exterminios
Oprobioso 12 de octubre
Mancha en el corazón del hombre
No supimos ser amigos
Quiero pedirles perdón ante Inti, ante todos los dioses
Mi corazón se inclina reverente ante la pachamama
Ante todas las culturas…
Hija de gringos soy.
Perdón, perdón

María Semotiuk
Misión I

Cae la lluvia serenamente.
Pródiga, fecunda la tierra,
pone un brillo limpio al verde de las hojas.
se escurre cantarina por las acequias.
Moja el plumaje de las aves.
Su agua, aún contaminada, cumplirá
su noble misión
hará germinar las semillas,
las flores abrirán sus capullos
se transformarán en fruto.

Margarita Morales
Gustavo

Te vi tan pequeño aguardándome
Sin mucho pensarlo, tu nombre indagué
-¡Gustavo!, dijiste y mi alma, entonces
no volvió a estar triste.
Antes de tenerte, en mi sueño entraste.
Para ir a tu paso, atenué mis prisas
y sin darme cuenta mi vida poblaste
con juegos y risas.
Del mundo, los hijos, fuiste tú, el mejor.
Si bien gran desvelo el estudio causó
lo más importante: ¡Obtuviste siempre
un diez en amor!.
-¡Cómo pasa el tiempo!... El tiempo pasó.
Ya eres un hombre, que bien se formó.
Sin dudarlo pienso: de mis logros, todos
¡Tú has sido, el mejor!

Judith R. Polo
El sapito y la cucaracha

El pasto todavía estaba húmedo por él roció de la noche, el día se presentaba espléndido.
Desde un diminuto pocito de la tierra asomó su cabecita un sapito, al salir de este modo se quejaba:
Oh, qué desgraciado soy, nunca podré volar como los pájaros, tampoco apreciar el cielo en toda su inmensidad con lo bello que debe ser desde allá arriba as copas de los árboles y demás maravillas.
Siguió lamentándose un rato más hasta que oyó una voz que le decía -si quieres haré realidad lo que tanto ansías- Sobresaltado por la voz, miró a su alrededor y vio a una cucaracha,- tú, le dijo el sapito ¿cómo harías? Como yo, estás sobre la tierra. -Tienes razón, con la diferencia que poseo alas y a veces vuelo ¿te animas?- Sí, dijo entusiasmado el sapito. -Bueno, súbete a mi espalda.
Así la cucaracha empezó a subir a un árbol altísimo. A medida que subían, el sapito se ponía loco de contento al ver lo que siempre había soñado; pero llegó el momento de volver.
Como estaban tan arriba él pregunto ¿y ahora como bajamos? Ella le contestó:-no te dije que volaba- y diciendo así desplegó sus alas y se lanzo al vació.
Cuando llegaron al lugar de partida, el sapito emocionado y asustado le dijo: -me has hecho tan feliz. Ahora puedo decir que toqué el cielo con mis ojos.

Teresa de Jesús Soler
Misiones, 1959

Mi muy querida Memé.
¡Qué pocos días pasaron, sin embargo, me parecen años. Es que desde
lejos, me doy cuenta, lo mucho que te quiero, lo importante que sos, lo mucho
que te extraño.
Como me gustaría que estuvieras acá conmigo, gozando de este paisaje
rojo y verde, lleno de curvas, de flores, de pájaros, de enormes árboles, de
silencios.
Qué feliz serías, al ver cambiar en tu nieta, esta geografía del cuerpo,
Thérèse, de cintura ensanchada, pechos más grandes y duros, de vientre abultado
y latiente. Es que tu bisnieto ya se está haciendo notar. Cuántas preguntas
quedan sin respuesta, porque esas te las hago a vos mi querida Memé.
¿Ya nacieron los pollitos de la gallina bataraza? Eran veintiún huevos ¿no? cómo me
gustaría disfrutar con vos del misterio de la vida y ver nacer los pollitos, tres,
negros, cinco blancos, amarillos. Cuidarlos juntas, darles de comer, abrigarlos.
Aquí las gallinas son distintas, los pollitos también ¿por qué será?
De noche, cuando me acuesto, me abrigo los pies con las medias que me
remendaste con tanto cariño y paciencia. Aparece inmediatamente tu imagen en la
silla de paja bajita, enhebrando con gran habilidad, hilos para zurcir medias y
cuando siento miedo, rezo mucho y vos desde allí me acompañas.
Me duermo pensando en tu largo pelo blanco sedoso, peinado en rodete,
sostenido con dos peinetas blancas y en tus anteojos, que dejaste sobre tu misal.
-a demain ma chérie (hasta mañana mi querida)
Muchos besos,
Thérèse

Carmen Elena cuevas
Plenitud

El velámen se mece movido por la brisa
en el diáfano día, iluminado de sol
Desierta la playa, en el puerto las barcas.
Tibia arena, gaviotas como en un juego pasan y vuelan, vuelan...
Es otoño, vaivenes del sueño, sin sabores y alegrías.
Quiero olvidar el hambre y la guerra que el mundo padece.
El trabajo me superó, pude haber aprendido más.
La sencillez y la humildad fueron mi camino.
Estoy en la recta final
amo mi jardín, al cardenal y al colibrí que me visitan
al criticado gorrión por su presencia
La vida hoy viaja en avión súper veloz...
Mi mente hilvana poesías sublimes
que mi mano torpe no puede plasmar
Vine a aprender, buscando...
De mi descendencia soy el puntal
Cosecho amor y ternura.
Saboreo con placer la siembra
Soy feliz,
hijos, nietos, bisnietos, amigos...
Ver, oír, andar, poderme expresar.
Miro al cielo y agradezco a mi estrella...

Diamantina Oddo
Para mi madre

Mil gracias te doy señor, por esta dicha sin par
al estar hoy junto a mi madre, para poderla besar.
Un día, que aunque es igual a los restantes del año,
me permite venerar, a quien ama sin engaño.
Porque bien sé madre mía, “yo lo sabia”
en los años que estuviste ausente
con los ojos del alma te he contemplado,
aquí siempre te estuve aguardando
en tu casa que nada ha cambiado.
¿Recuerdas? Moldeaste ladrillos, hiciste las puertas
rejas y ventanas, frutos en la huerta, yo conservé todo,
siempre estuve alerta.
Tu voz, el viento muy suave traía
estaba segura que regresarías
por la misma senda que te fuiste un día
hace tantos años, de noche y llovía
¡Aguarda! dijiste, vuelvo en estos días.
Los niños han crecido,
el cabello negro que entonces tenía,
hoy es blanca mata que cubre mi sien,
es que el tiempo pasa
también tú has cambiado,
Que queden suspensos los años perdidos
tú nunca te has ido
Si observas un poco, nada está cambiado
todos juntos te hemos esperado
de fiesta está el día porque has retornado.

Eterna Juventud: Abuelos Creadores



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